
En ese entonces ejemplificamos esto con Daniel Day Lewis en “Gangs of New York” y “There Will be Blood” y creo que esto fue lo que le paso al filme de los Cohen con Bardem (aunque al parecer no tanto como There Will be Blood). El personaje está hecho para resaltar sobre todo, lo cual no nada malo, pero comparando las características del “psicópata del tanque de oxigeno” contra un veterano viviendo en remolque y un sheriff avejentado vemos un claro ganador. La fotografía con tonos polvorientos, sucios y un tanto retro recordando el 1980 que es donde se desarrolla la historia le hacen justicia a las excelentes actuaciones, cansadas, tensas y violentas.
Básicamente, la historia recae en la situación de un hombre en el lugar y momento equivocado: Llewlyn Moss (Josh Brolin), un vaquero de Texas y ex veterano de Vietnam se encuentra de caza en una desolada intemperie de Texas, mientras regresa a su destino encuentra el trágico desenlace de una balacera de narcotraficantes, viendo la masacre pareciera que no hay ni uno vivo, pero al abrir la puerta de un automóvil, se encuentra frente a la débil voz de un hombre a punto de morir que le de agua, lo deja (desgraciadamente), tratando de rastrear al último sobreviviente, se da cuenta que está en la sombra de un árbol, se toma su tiempo y se dispone a investigar. Cuál sería la sorpresa que el muerto lleva consigo una maleta de 2 millones de dólares, bastante bueno para un día de caza. Ya en su casa hay algo que no lo deja dormir, es un remordimiento, el de dejar aquel hombre sin agua, llena un galón y va a tras él. Craso error.
Con esta “ligera” situación No country for Old Men se convierte un juego del gato y el ratón donde la sangre sale a relucir en medio de narcotraficantes mexicanos, asesinos contratados por poderosas corporaciones, mafias multinacionales y moteles baratos de Texas. Cohen recrea un suspenso hilándolo con un humor sardónico (por no decir sádico) por ejemplo cuando vemos a Anton Chigur (Javier Bardem) tirar una moneda al aire para decidir el destino de la victima que tiene enfrente.
En ocasiones hace recordar a un Se7en estilo western con sus reflexiones sobre la violencia, la vacuidad humana, la decepción de la justicia y sueños malogrados que se dan en esos diálogos entre 2 personas dentro de un contexto sumamente violento como es el mundo de la mafia de las drogas mientras se desenvuelve en un constante brotar de sangre (hay y mucha) de víctimas y victimarios.
El punto flaco (y que no debió dejarse de lado) es la poca profundidad que se le da al sheriff (Tommy Lee jones) y su participación en esta carnicería, al momento de querer retomarla, el argumento se vuelve reiterativo y cansado. Demasiado tarde los personajes de Brolin y Bardem se lo han robado. ¿Pudo haber sido intencional? Puede ser, pero no deja de sentirse pesada la inclusión de este al medida que se desarrolla la historia. Irónicamente llegue al cine con una idea preconcebida de que la película me agradaría sin muchas concesiones pero al final tuve que cuestionarme el por qué me había gustado, la respuesta me la estaba diciendo ahí mismo.